Los sonidos son ondas que se propagan en un medio, gracias a la vibración ondulatoria y con una velocidad que depende de las características físicas del medio. Para el cuerpo humano se ha establecido una velocidad media de propagación de 1.540 metros por segundo. La aplicación de ultrasonidos produce unos efectos térmicos, mecánicos y químicos. La energía se transforma en calor, activando el mecanismo celular y produciendo una vasodilatación con todos sus efectos beneficiosos. La resistencia que ofrecen los tejidos al movimiento mecánico genera calor. Este calor es absorbido por los tejidos, activando el metabolismo celular y produciendo una dilatación de los vasos sanguíneos con todos sus efectos positivos, como la absorción de grasas.
Los ultrasonidos son una alternativa cada vez más demandada y apreciada, pues es la única técnica no invasiva que es efectiva para quebrar la fibrosis de la celulitis.
Con la rotura de estas fibras se consigue reducir la celulitis, pues se liberan los vasos sanguíneos y se consigue, como resultado, una mejora de la circulación sanguínea. Además, otro de los beneficios de los ultrasonidos es que se consiguen liberar las terminaciones nerviosas y, por tanto, eliminar el dolor. A mayores de lo ya mencionado, este método tiene como propiedad la coloidoquímica o toxitrópica, lo que significa que posee la capacidad de fluidicar los líquidos densos del cuerpo y lograr que el edema sea más fluido durante el drenaje.
La actuación de los ultrasonidos consiste en la disgregación de los nódulos celulíticos, pues las vibraciones provocan un micromasaje que es positivo para la circulación sanguínea y periférica.